Ana Estrada mantiene su lucha por lograr una muerte asistida, prohibida por la ley peruana, mientras las calles de Lima lucen adornadas con luces de Navidad y el país espera el Año Nuevo
La sicóloga de 42 años sentada en su silla de ruedas eléctrica en el patio de su departamento, rodeada de plantas y estatuillas inspiradas en culturas prehispánicas. expresó que se debe luchar por la libertad de elección”.
cabe resaltar que los 14 años, le diagnosticaron polimiositis, una enfermedad muscular crónica y degenerativa, que, con el tiempo, ocasiona dificultades para hablar, para moverse o respirar.
Lamentablemente a los 20 años comenzó a usar una silla de ruedas porque se cansaba al caminar y había perdido fuerza en los músculos.
Posteriormente, pasó un año en cuidados intensivos porque Se le debilitaron por completo los músculos de sus extremidades y los que permiten la respiración y una neumonía agravó su estado
Desde hace cuatro años, Ana necesita del cuidado permanente de enfermeras, perdió su privacidad, rompió con su pareja y dio en adopción a su gato.
Escribió sus reflexiones en un blog con el índice derecho, el único dedo que puede mover.
En la entrevista, tras una pausa porque se agota al hablar y necesita que una enfermera cambie una cánula de su tráquea, ella comenta: “yo no soy la misma de antes. No soy libre”.
Ana Estrada cree que su lucha no será en vano. Con emotividad y mirada segura, ella comenta para aclarar su posición: Si esto existe en otros países, yo quiero que exista aquí, al menos mi lucha es un pequeño granito de arena para algo que nos haga reflexionar a todos”.