“Tradwives” movimiento que ha surgido como contrapeso a la revolución feminista

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En redes sociales hay grupos como Tradwife, Tradlife o Vintagelife, que enaltecen el movimiento y se basa en los valores de las amas de casa en la década de los 50. Paradójicamente, en los 50 ocurría la llamada segunda ola feminista en la que se había logrado el derecho al voto y se luchaba por mayor acceso a las universidades.

Con etiquetas como #tradwife, #tradfem o #vintagehousewife se comparten eslóganes del estilo “el lugar de la mujer está en su casa” o “hay que someterse al esposo como si fuera 1959”, recetas de cocina elaboradas sin electrodomésticos modernos más allá del horno o mensajes críticos contra las mujeres sin hijos y sin pareja y contra toda aquella que no sea blanca y de clase media alta (el movimiento es, sobre todo en EEUU, muy popular entre supremacistas blancos).

Para las Tradwives, un ejemplo a seguir es Melania Trump, a quien consideran una mujer fuerte al lado de su marido, siempre impecable en su imagen y dedicada a su hijo. Su biblia es el libro Fascinating Womanhood (Feminidad fascinante) de Helen Andelin, escrito en 1963, que da tips sobre cómo tener un matrimonio feliz, cómo ser encantadora y despertar la ternura de tu hombre. También The Proper Care and Feeding of Husbands (El cuidado y la alimentación adecuados de los esposos), de Laura Schelessinger (2005), que básicamente invita a tener a los maridos contentos a través de una buena comida.

Pero el escándalo de este movimiento está en las ideas que promueve, consideradas por muchos como machistas. Tradwife acepta la noción del marido como figura dominante, el deber de tener muchos hijos y que las necesidades del esposo son más importantes que cualquier otra cosa.

Al respecto, la mexicana Villalobos está de acuerdo, valoro y aprecio mucho a mi esposo. Aunque para la sociedad él no sea nadie. Él es la cabeza y el sostén de la familia, y eso no le resta importancia al resto de la familia… cada quien tiene el lugar que le corresponde para que todo funcione bien, explicó..

Grupos feministas muestran su preocupación ante lo que califican como un lavado de cerebro extremista, un mensaje demoledor para las mujeres o simplemente un insulto.

La prensa británica ha calificado estas ideas como el romanticismo de la sumisión.

La psicóloga social Sandra Wheatley se hace eco de esta opinión: “Solo recordamos las cosas buenas del pasado, como las cálidas cocinas y los abrazos de la abuela. Es fácil pensar que volver al delantal de la abuela es la cura para todos nuestros problemas”. Fácil, pero del todo irreal.

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