Durante su primera visita como canciller al memorial del Holocausto Auschwitz-Birkenau, donde prometió luchar contra el creciente racismo y antisemitismo en Alemania y Europa, Angela Merkel expresó con rostro de pesadumbre que siente “profunda vergüenza” por lo sucedido.
En su estancia en aquel sitio histórico, Merkel dijo que los crímenes cometidos en el sitio en el sur de Polonia, el mayor campo de exterminio de los nazis, siempre serían parte de la historia alemana.
La canciller alemana dijo bajo el marco de una ceremonia, “este lugar nos obliga a mantener viva la memoria. Debemos recordar los crímenes que se cometieron aquí. Siento vergüenza por los crímenes barbáricos que los alemanes cometieron aquí”.
Mostrando solidaridad y sentido de congruencia, Merkel presentó una donación de 60 millones de euros del gobierno federal de Alemania y sus 16 estados para ayudar a conservar el sitio donde murieron 1.1 millones de personas, la mayoría judíos.
Cabe destacar que antes del discurso, Merkel y Morawiecki recorrieron el crematorio del campo, atravesaron la puerta de hierro del campamento con el lema “Arbeit macht frei” (El trabajo te libera) y visitaron los barracones.
Ante los medios internacionales, bajo cualquier evento social y político, Merkel ha reconocido regularmente la responsabilidad alemana por las atrocidades cometidas en la Segunda Guerra Mundial.
