La madrugada de este miércoles, un fuerte operativo de la Marina y la Secretaría de Seguridad Pública sorprendió a vecinos de la alcaldía Tlalpan. A las 4:30 horas, elementos federales ingresaron a un edificio ubicado en la esquina de Hacienda Mazatepec y Eje 3 Oriente Cafetales, donde se localizaron presuntas actividades vinculadas al llamado huachicol fiscal.
El despliegue cerró por completo la circulación vehicular en la zona mientras se aseguraban los departamentos del segundo y tercer piso. En medio de un ambiente de hermetismo, se confirmó la detención de dos personas, un hombre y una mujer de entre 30 y 35 años, trasladados con el rostro cubierto para impedir su identificación.
Aunque las autoridades no han precisado el trasfondo de la diligencia, fuentes cercanas apuntan a que podría estar relacionada con los esfuerzos del Gobierno Federal para frenar las redes de corrupción que operan en torno al contrabando y evasión fiscal. El huachicol fiscal, bautizado así por su similitud con el robo de combustible, ha escalado en los últimos años como uno de los esquemas más lucrativos para el crimen organizado y más costosos para el erario.
La operación en Tlalpan, que mantuvo en vilo a colonos y automovilistas de la zona sur de la capital, refleja que la estrategia oficial ya no se limita al combate del robo de hidrocarburos, sino que busca golpear estructuras financieras y complicidades que han drenado recursos públicos.
La incógnita ahora es si estas detenciones abrirán la puerta a una investigación más amplia que alcance a funcionarios y empresarios ligados a este entramado. Lo ocurrido en Tlalpan no solo exhibe un golpe quirúrgico, sino también un recordatorio: la corrupción se filtra en lo cotidiano y requiere más que operativos sorpresa para erradicarse de raíz.