La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo confirmó que su gobierno mantiene negociaciones con Estados Unidos para evitar la aplicación del arancel del 25% a los camiones importados, anunciado por el presidente Donald Trump bajo el argumento de “seguridad nacional”. La medida, prevista para entrar en vigor el 1 de noviembre, impactaría directamente a México, principal exportador de vehículos pesados hacia el mercado estadounidense.
Durante su conferencia matutina, Sheinbaum señaló que el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ya sostiene comunicación con su homóloga en Washington para buscar una solución diplomática antes de la fecha límite. “Vamos a buscar un acuerdo antes del 1 de noviembre”, enfatizó la mandataria, sin descartar una conversación directa con Trump si el diálogo técnico no prospera.
De acuerdo con datos del Banco Base, más del 82% de los camiones pesados importados por Estados Unidos provienen de México, lo que convierte al país en el más afectado por la decisión unilateral del gobierno estadounidense. Este sector representa uno de los pilares del comercio automotriz entre ambas naciones, con plantas instaladas en estados como Coahuila, Estado de México, Guanajuato y San Luis Potosí, que generan miles de empleos directos y forman parte esencial de la cadena de suministro de Norteamérica.
La presidenta informó que también buscará reunirse con directivos de empresas del sector automotriz para detallar las gestiones de su administración y mantener la confianza de la industria frente a las tensiones comerciales.
No es la primera vez que Sheinbaum y Trump cruzan llamadas para evitar la imposición de medidas arancelarias. En ocasiones anteriores, la mandataria logró aplazar la entrada en vigor de otros impuestos comerciales, apelando al espíritu de cooperación dentro del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Mientras continúan las negociaciones, la estrategia de México busca preservar su papel clave en la producción de vehículos pesados en la región y evitar una escalada comercial que afecte el flujo económico entre ambos países. El reto ahora será equilibrar diplomacia, industria y soberanía en un escenario donde las decisiones políticas de Washington tienen efectos directos en la economía mexicana.