El cineasta Guillermo del Toro volvió a ocupar los titulares, esta vez no por un estreno propio, sino por los elogios que dedicó a la polémica película Emilia Pérez, dirigida por el francés Jacques Audiard y protagonizada por Selena Gómez. Su comentario, aparentemente inocente, encendió un intenso debate en redes sociales y en la comunidad cinematográfica mexicana.
Del Toro, reconocido por obras como La forma del agua y El laberinto del fauno, destacó la calidad artística del filme, señalando que Audiard había logrado un trabajo “muy bueno en general”. Sin embargo, en México la cinta ha sido objeto de controversia por su tratamiento temático y estético, lo que generó una ola de críticas hacia quienes la defienden, incluido el propio director tapatío.
Emilia Pérez, que aborda la historia de un narcotraficante que busca cambiar de vida y de identidad, ha recibido premios internacionales —incluido un Globo de Oro—, pero en el público mexicano ha despertado opiniones divididas. Algunos la consideran una visión estereotipada de la realidad nacional, mientras otros la ven como una propuesta audaz dentro del cine contemporáneo.
El respaldo de Del Toro no sorprende a quienes lo ven como un promotor constante del cine de autor, sin importar su origen o nacionalidad. No obstante, su comentario puso nuevamente sobre la mesa una pregunta recurrente: ¿hasta qué punto el cine extranjero tiene derecho a reinterpretar las realidades mexicanas?
En medio de la discusión, Del Toro no ha respondido a las críticas, manteniendo la postura que lo caracteriza: apoyar la libertad creativa y el valor artístico por encima de las fronteras y los prejuicios.