La calma habitual del Campus Central de la UNAM se rompió este jueves 18 de septiembre, cuando una llamada anónima alertó sobre la presunta colocación de explosivos en los edificios A y B de la Facultad de Economía. De inmediato, las autoridades universitarias aplicaron el protocolo de seguridad y ordenaron el desalojo total del plantel, suspendiendo actividades académicas y administrativas.
La institución informó en sus redes sociales que la prioridad era salvaguardar la integridad de la comunidad estudiantil y docente, mientras equipos especializados inspeccionaban las instalaciones. Ante la magnitud de la amenaza, la universidad solicitó el apoyo de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la capital.
Elementos del Agrupamiento Fuerza de Tarea Zorros, un cuerpo de élite creado en 1983 para enfrentar emergencias de alto riesgo, ingresaron a los inmuebles. Este grupo está entrenado en detección y desactivación de artefactos explosivos, manejo de crisis, rescates en inundaciones e incluso operaciones acuáticas, lo que lo convierte en una pieza clave ante cualquier amenaza de seguridad.
Tras varias horas de revisión, la directora de la Facultad de Economía, Sonia Venegas Álvarez, confirmó que los especialistas declararon la zona libre de peligro. Con ello, se anunció la reanudación de actividades en el turno vespertino, devolviendo la tranquilidad a una comunidad universitaria que había vivido momentos de incertidumbre.
El incidente, aunque quedó en una falsa alarma, deja al descubierto la vulnerabilidad de los espacios educativos frente a amenazas anónimas que buscan generar caos. En tiempos donde la violencia simbólica y real se entremezcla con facilidad, la lección es clara: más allá de la veracidad de una amenaza, la capacidad de respuesta inmediata es lo que mantiene a salvo a miles de estudiantes.