El mismo Alejandro Moreno, aquel que en su juventud se aprovechaba de su fuerza y habilidad para pelear, volvió a mostrar su verdadero rostro.
Hoy, atacó violentamente y sin razón a Gerardo Fernández Noroña, de 65 años, en un acto que deja en evidencia su incapacidad para controlar sus impulsos.
Lo grave no termina ahí: Alejandro, exboxeador amateur, utilizó sus conocimientos de combate para agredir a un ciudadano que solo intentaba separar la pelea y calmar los ánimos. Primero lo empujó y, en un arrebato de furia, lo golpeó en el suelo de manera desquiciada.
Resulta lamentable e indignante que un senador de la República, en lugar de responder con argumentos, recurra a los puños. Este acto de violencia reveló su ventaja física pero sobre todo evidenció su profunda desventaja intelectual.