En su intervención ante la Asamblea General de la ONU, el expresidente estadounidense Donald Trump lanzó duras acusaciones contra el organismo internacional y la migración. Aseguró que “los países se están yendo al infierno” debido a la entrada de migrantes y cuestionó directamente a la ONU, acusándola de financiar a quienes ingresan de manera ilegal a Estados Unidos. “La ONU no resuelve problemas, sino que genera problemas”, afirmó, señalando que el organismo proporciona comida, refugio, transporte e incluso tarjetas de débito a los extranjeros.
Trump defendió su política antiinmigrante, asegurando que gracias a ella la migración irregular se desplomó y los estadounidenses “viven tranquilos”. Además, advirtió que la migración será “la muerte de Europa” y llamó a poner fin a las fronteras abiertas. En su discurso, también justificó la designación de terroristas a los cárteles y la ofensiva contra lanchas en el Caribe, asegurando que estas medidas detuvieron el tráfico de drogas hacia Estados Unidos.
El mandatario arremetió contra la lucha global por el cambio climático, calificando la huella de carbono como “pamplinas” y defendiendo su salida del Acuerdo de París. En materia comercial, Trump insistió en que Estados Unidos ya no tolerará desequilibrios: los aranceles, dijo, protegen la soberanía del país y generan ingresos significativos. Destacó que se reunió con el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y aunque lo calificó de “caballero amable”, justificó los aranceles impuestos a Brasil por falta de cooperación.
Con un llamado enfático a la protección de fronteras, tradiciones y fuentes de energía tradicionales, Trump cerró su discurso: “Juntos, defendamos nuestro deber sagrado para con nuestros pueblos… Hagamos de nuestros países lugares más seguros, hermosos”. Entre críticas a organismos internacionales, migrantes y políticas ambientales, el mensaje dejó clara su visión de seguridad y soberanía, más que de cooperación global.