Tito Fuentes, guitarrista y vocalista de Molotov, sorprendió a sus seguidores al publicar una fotografía que revela las huellas de once cirugías reconstructivas en su rostro. La imagen, difundida en Instagram, muestra una cicatriz que atraviesa nariz y mejilla, testimonio no solo de su paso por las drogas y el alcohol, sino también del silencio prolongado ante sus propios problemas emocionales.
En el mensaje que acompañó la foto, el músico confesó que él mismo complicó su proceso: “Aquí, hace aproximadamente un año, saliendo de la primera de una docena de intervenciones, las cuales me encargué de arruinar de la uno a la diez”. Con ironía y crudeza, Fuentes explicó que gran parte de sus heridas no derivan únicamente de las adicciones, sino de aquello que nunca se atrevió a atender: la salud mental.
La confesión no es nueva, pero sí más gráfica. El integrante de Molotov ya había relatado que una cirugía fallida lo llevó a un coma inducido de casi tres días, episodio que describe como un “antes y después” en su vida. A ese trance se sumaron el dolor por la pérdida de sus padres y la presión artística, factores que detonaron una crisis marcada por excesos, incluso con el azúcar, adicción que reconoció como parte de su desgaste físico.
“Así se ven también las heridas del corazón”, escribió Fuentes al compartir la foto, advirtiendo que no busca compasión, sino dejar un mensaje de reflexión: cuidar la mente y las emociones puede salvar más que la apariencia.
Hoy, mientras Molotov sigue en los escenarios, él se mantiene al margen, enfocado en terapias y en combatir la rizartrosis que afecta sus manos. Su regreso a la música no está descartado, pero su prioridad, asegura, es recuperar la salud antes de volver a las giras.
La imagen que circula no solo muestra las cicatrices de un músico, sino la radiografía de un problema social: lo fácil que es hablar de drogas y lo difícil que resulta reconocer las heridas invisibles de la mente.