La incertidumbre crece alrededor de Bayron Sánchez Salazar, mejor conocido como B King, cantante colombiano de música urbana que desapareció en la Ciudad de México el pasado 16 de septiembre. Lo que parecía un día rutinario terminó convirtiéndose en un enigma que mantiene en vilo a dos países.
El artista, de 31 años, fue visto por última vez en Polanco, una de las zonas más exclusivas y seguras de la capital mexicana. Aquella tarde, cerca de las cuatro, ingresó a un gimnasio en la avenida Mazarik. Vestía camiseta negra, pantalón blanco y tenis del mismo color. No estaba solo: lo acompañaba Jorge Luis Herrera, conocido como Regio Clown, quien también permanece desaparecido. Desde entonces, el silencio ha sido absoluto.
La hermana del músico, Stefanía Agudelo, relató que la última llamada que recibió de él fue para avisar que iba a entrenar. Horas después, el teléfono se apagó y no volvió a contestar. La familia denunció el caso ante la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, que emitió una ficha oficial con sus datos. Sin embargo, hasta ahora no existen registros de cámaras ni testimonios que aclaren qué ocurrió tras su salida del gimnasio.
Mientras tanto, las redes sociales se han convertido en el principal escenario de búsqueda. Stefanía lidera una campaña digital que ha sido replicada por colegas del género urbano y por fanáticos que multiplican la imagen del cantante con la esperanza de obtener alguna pista. Incluso Marcela Reyes, expareja de B King, pidió la intervención del gobierno colombiano y de la Cancillería para reforzar la localización.
El presidente Gustavo Petro también se pronunció e instó a acelerar los esfuerzos para dar con su paradero. Sin embargo, la familia insiste en que lo más angustiante es la falta de información oficial: no hay líneas claras de investigación, ni evidencias públicas que permitan reconstruir el trayecto del artista y su acompañante.
En medio de cadenas de oración, mensajes de apoyo y la presión de la opinión pública, la desaparición de B King refleja no solo el drama de una familia que exige respuestas, sino también una crítica profunda: en una ciudad con miles de cámaras y vigilancia constante, perder el rastro de dos personas en cuestión de minutos resulta tan inquietante como inaceptable.
