La tragedia ocurrida el pasado 10 de septiembre en el Puente de La Concordia cobró este miércoles una nueva víctima. Abril Díaz Castañeda, de 34 años, madre de cuatro hijos, murió tras permanecer ocho días en estado crítico, convirtiéndose en la persona número 22 que pierde la vida a causa de la explosión de una pipa de gas LP en Iztapalapa.
La Secretaría de Salud capitalina confirmó su fallecimiento la noche del 18 de septiembre. Abril había sufrido quemaduras en el 95% del cuerpo mientras caminaba junto a su pareja, Omar Alejandro García Escorsa, quien también murió días después por la magnitud de sus heridas. Testigos relataron que, tras la explosión, Abril intentó apagar el fuego arrojándose agua antes de ser trasladada al Hospital de Traumatología “Victoriano de la Fuente Narváez”, donde permaneció intubada y bajo monitoreo permanente.
Durante su hospitalización, enfrentó infecciones graves y complicaciones renales, lo que mantuvo su pronóstico como el más delicado de todos los lesionados. Su hermana, Nitzia Díaz, había advertido que, de sobrevivir, Abril no podría volver a trabajar y quedaría sin ingresos para sostener a sus hijos de 14, 12, 9 y 6 años. La familia anunció que emprenderá acciones legales contra la empresa propietaria de la pipa, a la que responsabilizan directamente de la catástrofe.
El accidente, considerado uno de los más graves del año en la capital, dejó más de 90 heridos y ha encendido las alarmas sobre el transporte de sustancias peligrosas en zonas urbanas. De acuerdo con la Fiscalía, la pipa circulaba a exceso de velocidad cuando se impactó contra los muros de contención, provocando el estallido.
Mientras la investigación avanza por homicidio culposo y daños, el gobierno capitalino anunció apoyos económicos a víctimas y medidas más estrictas de regulación. Sin embargo, la historia de Abril y sus hijos revela la dimensión humana de esta tragedia: más allá de cifras y protocolos, cada nombre en la lista representa un vacío imposible de reparar.
