La caída de dos figuras centrales del Cártel de Tláhuac marca un nuevo golpe contra el crimen organizado en la capital. Este 7 de septiembre, autoridades de la Ciudad de México detuvieron en Pachuca, Hidalgo, a María de los Ángeles, viuda de Felipe de Jesús Pérez Luna, alias el Ojos, y a su hija Samantha N., conocida como Sam. Ambas fueron trasladadas a la capital e ingresadas al Centro Femenil de Reinserción Social de Santa Martha Acatitla.
Tras la muerte de el Ojos en 2017, abatido por fuerzas federales, el liderazgo del grupo criminal recayó en su pareja sentimental, mientras que Sam asumió el rol de operadora financiera y presunta responsable de la distribución de droga en la zona oriente. Desde entonces, el cártel mantuvo disputas violentas con La Unión Tepito y Los Rodolfos, extendiendo su influencia en distintos corredores de la ciudad.
Las detenidas están acusadas de asociación delictuosa por hechos ocurridos en diciembre de 2020. Desde abril de 2024, la Fiscalía General de Justicia de la CDMX ofrecía una recompensa por su captura, lo que permitió reforzar las labores de inteligencia que finalmente ubicaron a madre e hija en la colonia Valle de San Javier, en Pachuca.
La ofensiva contra la organización no ha concluido. Las autoridades mantienen la búsqueda de Liliana N., otra hija de el Ojos, conocida como Lili o la Voz, señalada como pieza clave en la venta y distribución de estupefacientes. Por su captura se ofrece medio millón de pesos de recompensa.
El arresto de las herederas de el Ojos exhibe cómo los liderazgos criminales han intentado perpetuarse a través de vínculos familiares. Sin embargo, también refleja la capacidad del Estado para debilitar estructuras que, aunque golpeadas, aún buscan recomponerse en las sombras de la capital.
