La mañana de este miércoles, la avenida Insurgentes quedó paralizada durante casi dos horas a la altura de Héroes Ferrocarrileros. El motivo: un bloqueo encabezado por trabajadores de la alcaldía Cuauhtémoc, quienes exigieron mejoras urgentes en sus condiciones laborales.
La protesta no se limitó al cierre vial. Alrededor de 200 empleados se concentraron también frente a la sede de la demarcación para visibilizar lo que consideran un abandono institucional. Los inconformes, respaldados por el Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno de la CDMX, reprocharon que desde hace casi un año han solicitado una audiencia con la alcaldesa Alessandra Rojo de la Vega, sin obtener respuesta.
Con pancartas y consignas, los manifestantes denunciaron que las áreas operativas más esenciales —como limpia, parques y jardines, alumbrado público y obras— trabajan sin uniformes ni equipo de seguridad. Tampoco cuentan con herramientas básicas, insumos suficientes o arneses adecuados para labores de riesgo, como la poda y el corte de árboles.
El reclamo se agudizó al revelar que más de mil empleados continúan laborando en el sótano de la alcaldía, en condiciones que describen como insalubres y altamente precarias.
La movilización puso sobre la mesa una contradicción que pesa sobre muchas alcaldías: mientras los discursos oficiales presumen avances en servicios urbanos, quienes los hacen posibles denuncian trabajar sin garantías mínimas. El silencio de las autoridades, sumado al desgaste de los empleados, abre una pregunta incómoda: ¿cómo sostener una ciudad en movimiento si quienes la mantienen carecen de lo indispensable para hacerlo?