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Sheinbaum condena agresión de ‘Alito’ a Fernández Noroña y denuncia campaña de bots en redes

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En medio de una creciente tensión política, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo expresó su firme rechazo a la agresión que sufrió el senador Gerardo Fernández Noroña por parte del dirigente nacional del PRI, Alejandro “Alito” Moreno. Calificó el acto como una “agresión porril” y, además, lanzó una crítica directa a las campañas digitales que han surgido en redes sociales para desacreditar al legislador.

Durante un pronunciamiento público, Sheinbaum mostró su extrañamiento ante la cantidad de publicaciones en plataformas como X (antes Twitter) que, según señaló, parecen formar parte de una campaña pagada para atacar a Fernández Noroña. La presidenta apuntó que muchos de estos mensajes provienen de cuentas automatizadas, comúnmente conocidas como bots, lo que, a su juicio, vuelve aún más preocupante el clima de desinformación y hostigamiento digital.

“Llama mucho la atención que haya una campaña pagada para atacar a quien fue agredido”, declaró la mandataria. A esto se sumó su molestia por la postura de ciertos analistas y opinadores políticos, a quienes acusó de justificar la actitud del líder priista. “Todos los comentócratas justificando la agresión porril”, afirmó con evidente molestia.

La escena que detonó la controversia ocurrió recientemente en un encuentro legislativo, cuando Alejandro Moreno tuvo un intercambio verbal con Fernández Noroña, que escaló a gritos, empujones y acusaciones mutuas. El incidente fue ampliamente difundido en medios y redes, generando opiniones divididas entre simpatizantes y detractores de ambos personajes.

La condena de Sheinbaum se produce en un contexto en el que el uso de redes sociales para impulsar narrativas políticas ha tomado un rol protagónico. Aunque la agresión fue física y directa, el impacto mediático posterior ha puesto en el centro del debate el uso de tecnologías para manipular la conversación pública.

Más allá de la coyuntura, el episodio deja entrever cómo los conflictos entre figuras políticas ya no se limitan al recinto parlamentario, sino que se amplifican —y muchas veces se deforman— en el ecosistema digital. Un entorno donde la verdad compite con estrategias de influencia, y donde las campañas de desprestigio, reales o automatizadas, cobran cada vez más peso.

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