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Mexico City

Saltos al vacío: la otra crisis silenciosa dentro del Metro

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Karina estuvo a un solo paso de convertirse en una estadística más. Rebasó la línea amarilla sin darse cuenta, perdida en sus propios pensamientos, pero decidió no lanzarse. En otros 178 casos recientes, la historia terminó de manera trágica en las vías del Metro de la Ciudad de México.

Los datos obtenidos vía transparencia muestran un patrón claro: la Línea 2 concentra la mayor cantidad de muertes, seguida por la Línea 3 y la Línea B. La mayoría de las víctimas son hombres, un 80%, un dato que especialistas atribuyen a la falta de herramientas emocionales que suelen desarrollarse desde la infancia. Las estaciones General Anaya e Hidalgo encabezan los puntos con más incidentes.

Para los conductores, el impacto también es profundo. Armando, operador con cuatro años de servicio, recuerda que un solo atropellamiento trastocó su vida durante meses. Describe noches de sobresaltos y la sensación permanente de alerta, alimentada incluso por juegos imprudentes en los andenes. A ello suma la presión institucional para volver pronto al trabajo, pese a necesitar apoyo psicológico.

El Metro sostiene que existe un protocolo estricto: corte de corriente, rescate, aviso a autoridades y valoración médica para los trabajadores. También destaca el programa “Salvemos Vidas”, creado para detectar señales de riesgo y contener situaciones críticas, con cientos de intervenciones acumuladas.

Sin embargo, especialistas coinciden en un punto: sin mayor acceso a servicios de salud mental y redes de apoyo sólidas, la crisis continuará repitiéndose en andenes y cabinas. La prevención, más que un protocolo, exige escuchar antes de que alguien cruce la línea amarilla.

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