La Ciudad de México arrastra una cifra que incomoda: casi 600 mil jóvenes se encuentran fuera de la escuela y del trabajo. Se trata de la población conocida como “ninis”, un fenómeno que golpea con más fuerza a Iztapalapa, donde se concentra el grupo más amplio, con alrededor de 118 mil personas en esa condición bajo la administración de Aleida Alavez.
A nivel nacional, el panorama no es menos preocupante. Cerca del 16.6% de la juventud entre 15 y 24 años permanece sin estudio ni empleo, una proporción que equivale a uno de cada seis jóvenes. La OIT ha advertido que esta vulnerabilidad tampoco es pareja: la brecha de género es evidente, con 23.8% de mujeres fuera de los sistemas educativos y laborales, frente a 9.3% de hombres.
La OCDE coloca a México entre los países con mayor presencia de “ninis”, ubicándolo en el tercer lugar entre sus integrantes y registrando un 18.9% de jóvenes entre 18 y 24 años en esta situación. Más que una estadística, el dato refleja un problema estructural que atraviesa lo educativo, lo social y lo económico.
Detrás de los números hay historias de abandono escolar por matrimonio temprano, maternidad o responsabilidades domésticas, como ha documentado el INEGI. Aunque 60 de cada 100 jóvenes alcanzan el nivel medio superior, solo una mínima parte continúa hacia estudios universitarios.
Programas como Jóvenes Construyendo el Futuro han intentado contener la tendencia mediante capacitación y becas, pero el avance es limitado. La falta de oportunidades deja a miles de jóvenes expuestos a empleos precarios o a quedar atrapados en una marginalidad que condiciona su futuro. La capital puede crecer, pero mientras una generación completa permanezca excluida, el desarrollo seguirá teniendo un vacío difícil de ignorar.
