Las fuerzas armadas no solo enfrentan al crimen organizado en tierra; también libran una batalla silenciosa en el ciberespacio. En sus sistemas críticos de defensa y seguridad, los intentos de intrusión se han multiplicado, obligando a reforzar la vigilancia digital. Tan solo en los primeros meses del año, la Secretaría de la Defensa Nacional registró más de 12 millones de agresiones, mientras que la Marina superó las 340 mil.
Los datos históricos muestran la magnitud del desafío: la Defensa ha detectado y bloqueado más de 35 millones de ataques desde la creación de su Centro de Operaciones del Ciberespacio, una unidad especializada que opera desde hace varios años para blindar la infraestructura militar. Aunque el volumen creció con fuerza en 2024, el ritmo actual apunta a un cierre ligeramente menor, pero igualmente elevado, lo que confirma la constante presión digital sobre sus sistemas.
En la Marina, la tendencia fue distinta. Después de un descenso sostenido, este año el registro repuntó con un incremento superior al 200%, una señal de alerta que rompe con su comportamiento previo. Aun así, la brecha entre ambas instituciones sigue siendo amplia: la Defensa recibe muchos más embates, en parte por su mayor infraestructura conectada.
Pese a la intensidad de los ataques, ambas dependencias afirman que ningún incidente ha comprometido operaciones ni información sensible. Los intentos incluyen malware, troyanos y ransomware, pero hasta ahora han sido contenidos. Incluso el Centro Nacional de Inteligencia reporta saldo blanco.
El panorama revela un punto clave: México ya es terreno de disputa en el ámbito digital. Las instituciones han resistido, pero la pregunta es cuánto falta para que los atacantes prueben rutas más letales en un entorno que evoluciona más rápido que la protección.
