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CDMX endurece reglas para la basura: separación obligatoria desde 2026

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A partir del 1 de enero de 2026, los residuos que se generan en la Ciudad de México deberán separarse obligatoriamente en orgánicos, reciclables y no reciclables. La medida forma parte de una nueva campaña ambiental presentada este lunes por la jefa de Gobierno, Clara Brugada, durante un acto público en la alcaldía Azcapotzalco.

De acuerdo con lo anunciado, cada tipo de residuo deberá depositarse en contenedores específicos: verde para orgánicos, gris para reciclables y naranja para no reciclables. Además, se definieron días diferenciados de recolección. Los desechos orgánicos se recogerán los martes, jueves y sábados, mientras que los reciclables y no reciclables deberán entregarse los lunes, miércoles, viernes y domingo, siempre en bolsas separadas.

Brugada calificó la estrategia como “una de las campañas medioambientales más importantes” de la capital y explicó que el objetivo es que, rumbo a 2030, al menos el 50 % de los residuos diarios puedan transformarse o reutilizarse, principalmente mediante composta y reciclaje. Actualmente, la ciudad genera alrededor de 8 mil 500 toneladas de basura al día: 56 % orgánica, 21 % reciclable y 21 % no reciclable, como pañales o residuos sanitarios.

La mandataria subrayó que el 75 % de la basura doméstica tiene potencial de recuperación y que cada habitante produce cerca de un kilogramo de residuos diarios, lo que coloca a la capital entre las entidades con mayor generación de desechos del país. Por ello, insistió en la separación desde el origen, para evitar que los residuos se mezclen en camiones y estaciones de transferencia y pierdan su valor.

Como parte de la implementación, el gobierno capitalino distribuirá tres contenedores por vivienda y desplegará una campaña casa por casa, que iniciará en Azcapotzalco. También se anunció una inversión en infraestructura, con 50 nuevos camiones de limpia, ampliación de plantas de composta y la construcción de dos nuevas instalaciones para tratar residuos orgánicos. El reto, ahora, será que la cultura de la separación pase del discurso a la práctica cotidiana.

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