La tragedia del Puente de la Concordia dejó no solo escombros y dolor, también historias que aún esperan respuesta. Una de ellas es la de una joven, de entre 15 y 25 años, que lucha por su vida en el Hospital Magdalena de las Salinas después de haber sufrido quemaduras en el 80% de su cuerpo tras la explosión de una pipa de Silza de Grupo Tomza en Iztapalapa.
La paciente llegó en calidad de desconocida, sin documentos ni datos que permitieran su identificación. Su estado crítico le ha impedido comunicarse y hasta el momento ninguna persona se ha presentado como familiar. Como únicas pistas, personal médico compartió imágenes de dos tatuajes: la palabra Laurel en el brazo derecho y un corazón en la espalda.
El hospital, junto con el IMSS, lanzó un llamado urgente a la ciudadanía para ubicar a sus seres queridos y también para donar sangre y plaquetas, insumos indispensables en el tratamiento de quemaduras severas. Los requisitos para donar son sencillos: tener entre 18 y 65 años, acudir con un ayuno ligero de cuatro horas, sin analgésicos previos y con un descanso adecuado.
Mientras tanto, la Secretaría de Salud de la Ciudad de México reportó hasta la noche del miércoles nueve fallecidos, 22 personas dadas de alta y 55 aún hospitalizadas. Sin embargo, en el listado oficial no aparece ninguna paciente como “desconocida”, lo que abre la incógnita sobre si la joven ya fue identificada o si continúa sola en su lucha.
La explosión que sacudió Iztapalapa dejó cicatrices profundas. Hoy, más allá de cifras y reportes, el rostro anónimo de esta mujer representa la urgencia de solidaridad en medio de la tragedia.
