El mes patrio se saborea distinto en Milpa Alta. Entre el aroma a maíz recién cocido y el colorido de sus plazas, del 6 al 21 de septiembre se celebrará la Feria Gastronómica y del Elote en Santa Ana Tlacotenco. Pozole, esquites, sopes, mole de olla, tamales, quesadillas y hasta postres hechos con maíz criollo llenarán la Plaza Cívica de esta alcaldía que presume ser guardiana de la tradición agrícola de la capital. Más que un festival, es un homenaje al trabajo campesino y una oportunidad para que familias enteras disfruten de la riqueza culinaria de la región.
Pero mientras en el sur de la ciudad se exalta el valor de la tierra, en el centro se libra otra discusión: la del derecho a la vivienda. El más reciente informe de gobierno capitalino promete más de 30 mil acciones habitacionales en 2025, dentro de un ambicioso plan sexenal de 200 mil. Se reportan apoyos de renta, créditos, ayudas de sustentabilidad y fideicomisos para adquirir suelo. Incluso se plantea una futura Ley de Rentas Justas y la creación de una Defensoría de los Derechos Inquilinarios para contener la especulación inmobiliaria.
Sin embargo, el documento oficial carece de indicadores claros sobre el impacto real de estos programas. No hay evidencia de cómo se reducirá el déficit habitacional ni de qué manera se evaluará la efectividad de los foros ciudadanos realizados. Mientras tanto, la gentrificación sigue expulsando a vecinos de colonias como Roma o Condesa, lo que en julio derivó en protestas juveniles que exigieron que la vivienda deje de ser un privilegio.
Así, la Ciudad de México se mueve entre dos realidades: la que celebra sus raíces con el maíz como símbolo de identidad, y la que enfrenta el reto urgente de garantizar un techo digno para todos. La primera alimenta el espíritu; la segunda, la esperanza de un futuro más justo.