Lo que debía ser un viaje rutinario de la Ciudad de México a Cancún terminó convertido en un episodio de tensión y reclamos. Pasajeros del vuelo 780 de la aerolínea Magnicharters denunciaron en redes sociales que permanecieron retenidos dentro de la aeronave sin despegar, luego de que el piloto se negara a iniciar el trayecto como forma de protesta laboral.
De acuerdo con los testimonios difundidos, el abordaje se realizó con normalidad; sin embargo, una vez todos a bordo, el capitán informó que el avión no despegaría hasta que la empresa resolviera adeudos salariales pendientes con él y con cerca de 300 trabajadores. La decisión tomó por sorpresa a los pasajeros, quienes comenzaron a manifestar inconformidad al no recibir una solución inmediata ni información clara sobre el tiempo de espera.
El ambiente dentro del avión se volvió tenso conforme pasaban los minutos. Algunos usuarios calificaron el hecho como una privación de la libertad, al considerar que ya habían abordado y no podían descender libremente mientras el conflicto laboral se desarrollaba. La situación escaló rápidamente en plataformas digitales, donde se multiplicaron las quejas y exigencias de explicación.
Horas después, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México confirmó que el incidente ocurrió alrededor de las 15:00 horas en el vuelo GMT 780 con destino a Cancún. A través de sus canales oficiales, informó que la Agencia Federal de Aviación Civil, por medio de la Comandancia del Aeropuerto, inició las investigaciones correspondientes para esclarecer lo sucedido y determinar posibles responsabilidades.
Hasta el momento, no se han dado a conocer sanciones ni conclusiones oficiales. El caso abre una discusión inevitable sobre los límites de las protestas laborales en servicios esenciales y el impacto directo que estos conflictos tienen en los usuarios. Cuando las disputas internas aterrizan en la cabina de un avión, la pregunta de fondo es quién protege al pasajero atrapado en medio del conflicto.
