México volvió a brillar en el escenario internacional con la coronación de Fátima Bosch Fernández como Miss Universo 2025, un triunfo que marcó una edición histórica del certamen. Desde el inicio, la tabasqueña avanzó con seguridad en cada fase: pasarela típica, traje de baño, vestido de noche y una ronda de preguntas donde mostró aplomo y claridad. Su victoria no solo suma una nueva corona para el país, también posiciona a una nueva generación de representantes mexicanas con discursos más sociales y genuinos.
Como parte de su reinado, la modelo recibirá un contrato anual con la organización, alojamiento en Nueva York, patrocinios globales, becas de formación y presencia en campañas humanitarias, un paquete que la convierte en una de las figuras más visibles del mundo de la belleza.
Su historia también ha captado la atención internacional. Fátima se formó en diseño de moda entre México, Milán y Estados Unidos, y ha hablado abiertamente sobre los retos que enfrentó desde niña por el bullying, el TDAH y la dislexia. Ese camino, asegura, moldeó su carácter y reforzó la influencia positiva de su familia.
Detrás de la nueva Miss Universo hay un entorno con presencia en la política, pemex, la administración pública y los propios certámenes. Su madre, Vanessa Fernández Balboa, proviene de una familia con larga tradición en concursos; su padre, Bernardo Bosch, acumula décadas de trayectoria en pemex; su hermano escribe sobre política; y su tía Mónica Fernández Balboa es una figura clave en la vida pública nacional. Todos viajaron a Tailandia para acompañarla en la competencia y respaldarla incluso en momentos tensos, como el conflicto con el directivo Nawat Itsaragrisil.
