Con una secundaria devastada por lesiones, Mike Zimmer entró en la inclinación del domingo contra los poderosos New Orleans Saints creyendo que su defensa encontraría la manera de detener a Drew Brees.
Los Saints entraron al juego en una buena racha. De las semanas 13 a 17, Nueva Orleans promedió 37.2 puntos por juego, 384.8 yardas por juego, 275.8 yardas por juego. El domingo, fueron mantenidos lamentablemente cortos en todas esas áreas.
La defensa de Zimmer mantuvo a Brees a 20 puntos, 227 yardas aéreas y 324 yardas totales. Nueva Orleans solo había permitido cuatro capturas totales y una rotación en sus últimos cinco juegos combinados. Los vikingos ganaron tres capturas y dos para llevar en el partido del domingo.
La presión de Danielle Hunter y Everson Griffen fueron la clave. Enfrentando una de las líneas ofensivas más importantes de la NFL, el dúo criticó a Brees en cada vuelta, desorganizó la ofensiva de los Saints y protegió el extremo lesionado de la defensa. Cada uno compiló 1,5 capturas de Brees, se combinaron para obtener seis golpes de QB y un grupo de otras presiones.
Al entrar en la pelea, la única forma en que los Vikingos iban a ganar en el camino contra Drew Brees y Sean Payton era que el frente defensivo se hiciera cargo del juego. Lo hicieron desde el primer chasquido y rara vez cedieron. La franja de Brees de Hunter mientras los Saints marchaban por un posible puntaje de empate con mucho tiempo restante, ayudó a cambiar el rumbo mientras la ofensiva de Vikes luchaba por estirar.
