Los aztecas comían monos para acceder a una gran fortaleza física

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Los guerreros aztecas  eran herederos de un espíritu dual, consideraban que habían recibido de sus antepasados la civilización más alta que merecía la justa admiración y respeto de otros pueblos a los que posteriormente conquistarían.
Grabaron en la memoria colectiva el hecho de que hacía 1168 habían iniciado su peregrinaje hacia el sur,  abandonando el “lugar de la blancura”,  Aztlán, para siempre;  sus antepasados habían sido nómadas, aguerridos y salvajes.  Esta dualidad les inducía a mostrar sus habilidades como excelentes constructores de calzadas-diques, acueductos y templos y por otra parte derrochaban  su inteligencia a las estrategias de guerra, lo que les permitió ir sometiendo poco a poco  a todos los otros pueblos cercanos.
Sin lugar a dudas, el Imperio Azteca fue una potencia indiscutible en la América precolombina del Norte, ocupando parte de los territorios actuales de México y Guatemala.
Lo curioso de sus hábitos alimenticios es que su dieta más tradicional consistía en ingerir monos aulladores, moho de estanque y platillos de huevos de rana con renacuajos. Una verdadera dieta de guerreros para obtener más fortaleza física.

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