Leer la información nutricional de los alimentos, ¿Es importante?

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Ante la multitud de opciones que se exponen en las estanterías, buena parte de los consumidores selecciona sus productos basándose en aspectos llamativos como la marca o la presentación estética del envase. Superando el mundo aparente de los logotipos y los colores existen, por el contrario, cada vez más compradores que desean tomar las riendas de su alimentación y están dispuestos a llegar hasta la letra pequeña que se despliega tras el encabezamiento de ‘Información nutricional’.

El reglamento (UE) Nº1169/2011 obliga a los fabricantes a mostrar en sus productos los datos imprescindibles que han de aparecer en las etiquetas. Disponemos así de la información pura: cifras, proporciones, unidades de medida… Referencias, en definitiva, que solo se convierten en verdadero conocimiento a través de su correcta interpretación.

Los ingredientes deben estar enumerados. Deben destacarse siempre las sustancias que puedan causar alergias o intolerancias
Si por cuestiones de salud te ves obligado a elegir los productos que metes en el carrito con mayor cautela, o si simplemente sientes curiosidad sobre el significado que se esconde tras las tablas impresas que aparecen en la parte trasera de paquetes, botellas y tetrabricks, desde Alimente te ofrecemos una pequeña guía que te ayudará a tomar mejores decisiones en base a tus necesidades y preferencias.

Datos fundamentales

Repasemos primero la información obligatoria que debe figurar en cualquier producto envasado que quiera comercializarse en el mercado europeo. En primer lugar tenemos la denominación que se expresa a través de frases hechas como “bebida a base de…”. Si existe una denominación legal en la normativa de la Unión Europea o del Estado miembro se tendrá que emplear la que ya esté registrada. En caso contrario, se utilizará una habitual o descriptiva que huya obligatoriamente de las marcas comerciales y las denominaciones de fantasía.

Deberán figurar, igualmente, la cantidad neta del producto (es decir, aquella que surge tras retirar todas las partes no comestibles), la fecha de consumo preferente o caducidad, las normas de conservación, el modo de empleo y la cantidad de alcohol expresada en porcentaje si supera un 1,2% del volumen.

Una parte destacada es, sin duda, la lista de ingredientes que deben estar enumerados de mayor a menor peso. No es necesaria en aquellos productos que contienen un único ingrediente (frutas, hortalizas, lácteos sin aditivos, etc.), ni tampoco en las bebidas que posean en su composición más de un 1,2% de alcohol. Se deberán indicar en todo caso las sustancias presentes o que se hayan utilizado para la fabricación que puedan causar alergias o intolerancias. Se tendrá que exponer, por último, el nombre o razón social de la empresa y su dirección, así como el lugar de procedencia, obligatorio en alimentos como las carnes.

Información nutricional
Llegamos a la parte quizás más compleja de la etiqueta, aquella repleta de nombres de nutrientes, cifras, gramos y mililitros en las que el consumidor corriente se puede perder con facilidad. La normativa indica que la información nutricional es obligatoria en productos envasados desde el 13 de diciembre de 2016, siendo preceptivos apartados como el valor energético, las cantidades de grasas, hidratos de carbono, azúcares, proteínas y sal. Esta información puede completarse con otras secciones y subsecciones como las grasas monoinsaturadas, las grasas poliinsaturadas, los polialcoholes, el almidón, la fibra alimentaria, las vitaminas y los minerales que estén presentes en cantidades significativas. Los valores se deberán expresar en cada 100 gramos o en cada 100 mililitros del producto, pudiéndose adjuntar también la información relativa a porciones concretas.

Mientras las grasas saturadas y trans aumentan los niveles de colesterol LDL, las monoinsaturadas los reducen

El valor energético debe contabilizarse tanto en kilojulios como en kilocalorías. Por cuestiones de costumbre, se confunden casi siempre las calorías con las kilocalorías, múltiplo 1.000 veces mayor de la susodicha unidad. Aunque resulte paradójico, cuando en artículos de prensa o de manera coloquial escuchamos que un alimento tiene 100 calorías, debemos entender que lo que posee en realidad son 100 kilocalorías.

Los nutrientes deben aparecer en gramos o microgramos (µg). A partir de una dieta promedio de 2.000 kilocalorías, se establece el “Valor de Referencia de Nutrientes” (VRN) para todas las sustancias, término que viene a sustituir al de “Cantidades Diarias Recomendadas” (CDR). Si un lácteo presenta por ejemplo 180 mg de calcio en 100 gramos, considerando que el VRN para 2.000 kilocalorías diarias sería de 800 mg, habremos ingerido un 22,5% del VRN.

Mientras las grasas saturadas y trans aumentan los niveles de colesterol LDL, las monoinsaturadas, como el ácido oleico, los reducen. Respecto a los ácidos grasos poliinsaturados, resultan esenciales, ya que el organismo no los sintetiza y solo los podemos conseguir a través de la comida. Comprenden este grupo las series omega 3 y omega 6.

Las grasas trans no tienen ninguna relación con los alimentos transgénicos. Estas surgen al hidrogenar diferentes grasas vegetales provocando que tales aceites, que son líquidos a temperatura ambiente, cambien su composición y se conviertan en sólidos. Se recurre a este proceso porque la industria alimentaria obtiene texturas y consistencias muy apreciadas de un modo muy barato, siendo comunes en ciertos productos como bollería, galletas o platos precocinados. Por sí mismas constituyen uno de los nutrientes más perjudiciales de cara a los riesgos cardiovasculares.

Declaraciones Nutricionales
“Bajo contenido en…”, “fuente de…”, “sin…”, alto contenido en…”. Tales frases no son solo un recurso publicitario, sino fórmulas reguladas legalmente que para ser mencionadas tienen que respetar una serie de parámetros. A continuación te explicamos los requisitos para que se puedan aplicar:

Azúcar
– Bajo contenido en azúcares: no más de 5g por 100g en sólidos ni 2,5 gramos por 100 ml en líquidos.

– Sin azúcares: no más de 0,5 g de azúcares por 100g o 100 ml.

– Sin azúcares añadidos: contiene los azúcares naturalmente presentes en el alimento, pero no se añade ningún monosacárido o disacárido ni ningún alimento utilizado por sus propiedades edulcorantes.

Grasas
Bajo contenido en grasa: no más de 3g por 100g en sólidos o 1,5g en 100 ml en líquidos. Para la leche semidesnatada 1,8 g por 100ml.

Sin grasa: no más de 0,5g por 100g o 100ml.

Bajo contenido en de grasas saturadas: si la suma de ácidos grasos saturados y trans no es superior a 1,5g por 100g para sólidos y a 0,75g por 100ml para líquidos. La suma no deberá aportar más del 10% del valor energético.

 

Valor energético

Bajo valor energético: no más de 40 Kcal por 100g en sólidos, 20 Kcal por 100ml en líquidos.

Valor energético reducido: reducción del 30% del valor energético en comparación con el producto estándar.

Sin aporte energético: no contiene más de 4Kcal por 100 mililitros.

 

Sal

Bajo contenido en sal: no más de 0,12g por 100g o 100ml.

Muy bajo contenido en sal: no más de 0,04 g por 100g o 100 ml.

Sin sal: no más de 0,005g por cada 100g.

Sin sal añadida: si no se ha añadido sodio o ingredientes que lo contengan al producto y en total no se superen 0.12g por 100g o 100ml.

Fibra
Fuente de fibra: 3g por 100g o 1,5g por 100 Kcal.

Alto contenido en fibra: 6g por 100g o 3g por 100Kcal.

Proteínas
– Fuente de proteínas: si estas aportan como mínimo el 12% del valor energético del alimento.

– Alto contenido en proteínas: si las proteínas aportan como mínimo el 20% del valor energético del alimento.

Vitaminas y minerales
– Alto contenido en (nombre de la vitamina o el mineral): si contiene al menos el 30% del VRN.

– Fuente de (nombre de la vitamina o el mineral): si contiene al menos el 15% del VRN.

Cantidades recomendadas en una dieta de referencia de 2.000 kilocalorías
Valor energético: 8400 kJ. / 2000 kcal.

Grasa total: 70 g.

Ácidos grasos saturados: 20 g.

Hidratos de carbono: 260 g.

Azúcares: 90 g.

Proteínas: 50 g.

Sal: 6 g.

Vitamina A: 800 μg.

Vitamina D: 5 μg.

Vitamina E: 12 mg.

Vitamina K: 75 μg.

Vitamina C: 80 mg.

Tiamina: 1,1 mg.

Riboflavina: 1,4 mg.

Niacina: 16 mg.

Vitamina B6: 1,4 mg.

Ácido fólico: 200 μg.

Vitamina B12: 2,5 μg.

Biotina: 50 μg.

Ácido pantoténico: 6 mg.

Potasio: 200 mg.

Cloruro: 800 mg.

Calcio: 800 mg.

Fósforo: 700 mg.

Magnesio: 375 mg.

Hierro: 14 mg.

Zinc: 10 mg.

Cobre: 1 mg.

Manganeso: 2 mg.

Fluoruro: 3,5 mg.

Selenio: 5,5 μg.

Cromo: 40 μg.

Molibdeno: 50 μg.

Yodo: 150 μg.

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