Sri Lanka tuvo un de los peores ataques desde la guerra civil durante el domingo de Resurrección: 8 explosiones en iglesias cristianas y hoteles de lujo causaron la muerte de al menos 290 personas y 500 más resultaron heridas.
Siete de las explosiones fueron perpetradas por extremistas religioso que se hicieron estallar entre la multitud, sin que hasta la fecha ningún grupo se haya atribuido la autoría de los ataques. El primer ministro, Ranil Wickremesinghe, dijo que se recibieron aleta sobre los atentados, pero no se aclaró si se tomaron precauciones.
Las explosiones se dieron a primera hora de la mañana en tres iglesias cristiana y una evangélica, así como en establecimientos de hoteles de lujo. El Gobierno decretó toque de queda y bloqueo temporalmente las redes sociales para supuestamente evitar “noticias falsas”.
La policía detuvo hoy a 24 personas por presunta relación con los recientes atentados y ha localizado una furgoneta, que podría haberse usado para trasladar material explosivo, y una casa donde supuestamente se alojaron los responsables.
Sri Lanka tiene una población cercana a los 21 millones de habitantes, mayoritariamente budista, 70% de su población pertenecen a esta religión; 12% de hindúes, un 10% de musulmanes y un 7% de cristianos. El ataque ocurre dentro de una tensión étnica y religiosa, después de una guerra civil que dura casi tres décadas entre la mayoría budista y la minoría hindú tamil.
Los últimos ataques ocurrieron en 2018 entre musulmanes y cingaleses budistas, con un saldo de dos muertos y decenas de detenidos. El año pasado se registraron 26 incidentes de discriminación, violencia y amenazas contra cristianos, entre ellos 200 iglesias y otras organizaciones cristianas, como un intento por boicotear una misa por parte de mojes budistas.